Todo aquello que queremos hacer pero no hacemos, se debe a un miedo. Solo que muchas veces no somos conscientes de eso, ya que le cambiamos el nombre y le llamamos vergüenza, incomodidad, nervios, emoción, no tengo tiempo, etc. La diferencia de donde estamos y donde queremos estar radica en la comodidad que sentimos al enfrentarnos al miedo. Todo lo que queremos y no tenemos, está detrás de algún miedo. Si no nos sentimos cómodos enfrentando nuestros miedos, seguiremos siendo espectadores lejanos de nuestra vida deseada. Para poder transformar nuestros sueños en metas debemos identificar que miedos hay en medio, que nos impiden llegar y trabajar en ellos. Solemos movernos dentro del sesgo de confirmación de nuestros miedos, es decir, cuando creamos un tipo de miedo, lo podemos llegar a defender con pasión sin darnos cuenta que ello nos perjudica, y que a final de cuentas, es tan solo una creencia distorsionada. La mayoría de miedos que tenemos son pequeños y pasan desapercibidos, razón por la cual no los gestionamos. Así creamos una forma de ser, obedientes a miedos de los cuales no somos conscientes. Recién cuando evidenciemos nuestros miedos, podremos trabajar en ellos para superarlos. Para tener el éxito que quieres, debes trabajar en los miedos que te impiden lograrlo.